Vidas ejemplares: una biografía que relata los difíciles procesos por los cuales se logró implantar en EE.UU. la legislación en pro de los derechos civiles
Resulta impensable el hecho de que hace unos sesenta años las trabas que se les imponían a los negros para ejercer el voto en los Estados Unidos frecuentemente impedían que lo hicieran. No podían ir a las mismas escuelas y universidades de los blancos ni sentarse en los mismos restaurantes ni mezclarse con ellos en los autobuses u otros medios de transportación pública. ¿Qué ocurrió para que cambiara la situación tan dramáticamente que hoy es un negro quien ocupa la presidencia de la nación? Ocurrió que un pueblo entero se levantó y exigió los derechos que le garantizaba la Constitución del país. Ocurrió que ese pueblo se unió para hacerlo, inspirado por las palabras, las acciones y el ejemplo de líderes carismáticos que le indicaron el camino a seguir.
Hubo una bifurcación en ese camino: hubo dos modelos contrastantes. Uno, el de Malcolm X, (1925-65) abogaba por la violencia y la confrontación. A diferencia de los esfuerzos del movimiento de derechos civiles de buscar la integración, su gestión –como miembro de la “Nación de Islam” y después- afirmaba la supremacía negra y exigía una segregación para preservar tal supremacía. El camino de Martin Luther King (1929-1968) fue diferente. Se fundamentó en la convicción de que la estrategia más eficaz era la no violencia. El joven ministro bautista había estudiado las ideas de Gandhi (estuvo en la India en 1959, no como turista sino como “peregrino”) y las había asimilado hasta el punto de que fueron el norte de su actividad pública.
La suya fue una estrategia paciente: su éxito ha oscurecido, hasta cierto punto, la incertidumbre de las etapas anteriores. Cada una de ellas se llevó a cabo con dificultad: el líder soportó ataques contra sí y contra su familia e incluso la cárcel en varias ocasiones. Sus magistrales discursos lo convirtieron pronto en una figura pública reconocida a nivel nacional e internacional (obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 1964). En ellos subrayaba la importancia de la resistencia pacífica, de la no violencia y también de la desobediencia civil, que implica no acatar leyes injustas ni cooperar con un sistema que lo es, desafiando así su legitimidad.
De este libro, cuyo mayor mérito es citar extensamente las palabras -que nos hablan aún- del mismo Martin Luther King, se desprende cuán paciente y pensada fue la estrategia puesta en marcha por el líder. Todas las protestas colectivas se planificaban y organizaban minuciosamente. Las acciones se medían, al igual que sus posibles resultados, y existía un plan de contingencia para cada posibilidad. Y se iban ganando –en los tribunales- las batallas: primero la integración educativa (en el caso Brown V. Board of Education del 1954, poco antes de que King empezara su activismo); luego la integración de los medios de transporte tras el famoso incidente de Rosa Parks en Montgomery, que provocó el establecimiento de la Montgomery Improvement Association, presidida por King. Este organizó el boicot a los medios de transportación que estaban en manos de blancos.
En 1956 tanto el tribunal federal de distrito de Alabama como el Tribunal Supremo de la nación declararon inconstitucional la segregación en los autobuses. Finalmente se consiguió la integración de los restaurantes y otros lugares de comidas y la eliminación de las trabas que impedían el acceso al voto de los negros. La gran marcha sobre Washington en 1963, orquestada por la Southern Christian Leadership Conference (SCLC), que encabezaba King con otros ministros protestantes, concientizó al país de cuál era la situación de los negros y cuáles sus reclamos.
En sus libros, en sus sermones, en sus discursos, King iba estableciendo las pautas de pensamiento y de acción que animaron tales logros. “…La resistencia no violenta… anula no sólo las violencias físicas externas, sino también las violencias internas del espíritu…”; “Toda la humanidad está implicada en un mismo proceso, y todos los hombres son hermanos hasta el punto de que si yo injurio a mi hermano, independientemente de lo que él me haya hecho, en esa misma medida me estoy injuriando a mí mismo…”. Así hablaba Martin Luther King.
El libro nos depara varias sorpresas. Una es la presencia de una delegación del Colegio de Abogados de Puerto Rico en la célebre marcha a Washington del 28 de agosto de 1963 donde King pronunció su célebre discurso “I Have a Dream”. Otra es la noticia de que King estuvo en Puerto Rico en dos ocasiones: 1962 y 1965. Aquí habló abiertamente contra la guerra de Vietnam, que consideraba injusta. Esa posición marcó la ampliación de su lucha hacia toda causa injusta, más allá de los derechos de los negros.
Fue esta última posición de King contra una guerra cada vez más impopular lo que, unido a su ejecutoria anterior, probablemente ocasionó su muerte violenta a manos de un asesino (o muchos) cuyas motivaciones no se han podido esclarecer hasta el día de hoy. Existen –el libro las documenta- varias teorías acerca de una posible conspiración del FBI en el asesinato perpetrado el 4 de abril de 1968.
Se incluye, en este volumen, una cronología completa de la vida de King y de los principales acontecimientos relativos a los derechos civiles acontecidos durante ella. Y también se incluye una abundancia de fotos.
Noticia de Carmen Dolores Hernández para La Revista de EL NUEVO DIA del domingo 23 de enero de 2011
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